Una de las mejores cosas que tiene la gastronomía es la amplísima variedad de posibilidades que nos ofrece en cuanto a sus orígenes, sus técnicas, sus miles de ingredientes, su evolución y su estilo. Si a todo esto le añadimos la moda de las fusiones, el abanico de posibilidades se agranda todavía más. Eso hablando exclusivamente de la buena gastronomía, como cocina más que correcta, de ahí al menos a excelente. Mejor dejemos al margen los desaguisados que se perpetran en algunos restaurantes como si todo valiese, esos son para el programa de televisión.

Afortunadamente, todo ese vasto mundo de oportunidades nos permite elegir en cada momento aquello que más nos acomoda o apetece. Podemos inclinarnos por una cocina creativa, experimental, de fusión, étnica (aunque todas son étnicas), mediterránea, tradicional, etc. Pero entre todas esas opciones existen mestizajes, es difícil que un restaurante, hoy en día, se pueda catalogar dentro de una de las categorías anteriores de forma exclusiva. ¿Quién se puede resistir a explorar otros ámbitos de la cocina más allá de la posición de la que partió? Hoy nos encontramos con Aroma de Mar, un restaurante que "a priori" lo podríamos catalogar como de cocina mediterránea tradicional, pero a poco que indagas en su carta ves que no es solo eso, hay una evolución desde esa primera posición, se han actualizado los platos, hay incursiones de otras cocinas, se busca coger lo mejor de todas ellas. Así junto al all i pebre y los arroces encontramos los raviolis de pato o el tataki de atún rojo. Pero aún así lo calificaría como una cocina mediterránea de inspiración marinera fundamentalmente. Y además muy elegante.

El recorrido que hicimos por su carta fue el siguiente. Empezamos con una sepia con mahonesa. La sepia es uno de mis aperitivos favoritos, sea a la plancha o cocida. Esta estaba tierna y muy buena. Muy buen principio.

A continuación unas quisquillas cocidas. 

Es temporada de alcachofas y hay que aprovecharla. Estaban exquisitas. Me comí todas las hojas, incluso las tostadas. Crujientes por fuera y tiernas en el centro.

Buñuelo de bacalao de elaboración casera. Está en todas las cartas actualmente, ya hemos hablado de las modas en la cocina anteriormente. Estaba rico.

A este plato tengo que ponerle una pega y no porque no estuviera bueno, que lo estaba, si no porque no picaba. El plato se denomina "all i pebre", es decir ajo y pimiento picante, guindilla o cayena. Se que la explicación de algunos restauradores es que hay personas que no toleran el picante, pero entonces se les advierte de que es una receta que pica, porque lleva entre sus ingredientes guindilla. Como otros muchos platos que deben ser picantes. Actualmente las patatas bravas también están perdiendo su razón de ser por este mismo motivo.

Tataki de atún rojo trinchado. Magnífico, no hace falta decir nada más.

De los postres elegimos esta monumental tarta de zanahoria con nueces y crema de queso.

Y esta otra tarta de tres chocolates.

Para beber tomamos este Godello de la Bodega de Emilio Moro en la DO Bierzo. Es un vino expresivo y muy equilibrado, con notas de fruta blanca y muy agradable de beber. Un acierto.

Este restaurante funciona como una máquina muy bien engrasada, además de ser muy cómodo, tiene vistas al mar, el personal es muy eficiente y atento, con profesionalidad. La cocina funciona a buen ritmo y con acierto. Recomendable.