Hasta ahora en los hoteles nos podíamos encontrar el desayuno continental, el inglés o americano y el buffet, que en el mejor de los casos no era más que un compendio de los otros tres.

Durante la celebración del XXV Salón del Gourmet 2011, impulsado por la Internacional del Aceite de Oliva Español, se realizó la presentación de un nuevo concepto gastronómico, que promueve el reconocimiento de los valores tradicionales de nuestro desayuno en todo el mundo.

La idea surge, evidentemente, con fines comerciales. Se trata de intentar implantar el concepto del desayuno español o “Spanish Breakfast”, en más de 350.000 establecimientos hoteleros asociados de todo el mundo. Como es lógico, por la procedencia de la iniciativa, está basada en el consumo de aceite de oliva asociado a otros productos clásicos de la dieta mediterránea.

A pesar de sus connotaciones mercantiles, la idea me parece estupenda y de inmediata aplicación a todos los niveles de la sociedad. Telefónica, y otras grandes empresas, se han apuntado al carro y promueven entre sus trabajadores el hábito del “desayuno español”, como una práctica saludable.

Después del espaldarazo dado por la UNESCO a la dieta mediterránea, como Patrimonio inmaterial de la Humanidad, este nuevo concepto gastronómico tiene una buena base para su implantación en las grandes cadenas hoteleras y, porqué no, también en cafeterías y bares.

Los productos que pueden componer ese desayuno español, respaldado por grandes chefs y nutricionistas de prestigio, pueden ser muy variados, pero básicamente serian aceite de oliva, pan, jamón, lácteos, zumos y frutas. Lista que podría hacerse interminable y variada si añadimos o vamos alternando con otros productos como huevos, embutidos, tomates y verduras frescas o frutos secos.

Una buena rebanada de pan con aceite siempre será más rica y saludable que una de pan de molde con mantequilla y mermelada, o bollería o huevos revueltos con bacon. Si además le añadimos una buena loncha de jamón, pienso que éste desayuno adquiere niveles inalcanzables para otros modelos.

Reconozco que como desayuno cotidiano es difícil de poner en práctica, las prisas y el ir con el tiempo siempre justo no son propicios para ello, pero en fines de semana, vacaciones y cuando pernoctemos en un hotel, deberíamos intentar disfrutar de este tipo de desayuno.

Mi desayuno ideal, cuando la ocasión lo permite, es empezar con un zumo de naranja recién exprimido, cuando no hay naranjas prescindo de él y lo sustituyo por una fruta cítrica, a poder ser piña. El zumo de naranja me produce una salivación instantánea que me hace disfrutar mucho más de lo siguiente. Y lo siguiente sería una buena rebanada de pan tostado con ajo y tomate restregados y aceite de oliva virgen extra, con una loncha de buen jamón. Después dos o tres  nueces acompañadas de un queso cremoso, tipo torta del casar o rulo de cabra, también puede ser camembert, aunque no sea muy español. Estos alimentos irían acompañados de media copa de vino, esto también es saludable para un adulto, aunque sea de buena mañana. Para finalizar un café sin azúcar.