
Este restaurante, situado en la plaza de Santa Úrsula junto a las imponentes Torres de Quart, ofrece una experiencia gastronómica que combina la esencia de la cocina mediterránea con un toque contemporáneo y amable. Al entrar en su sala uno es recibido por un ambiente acogedor, donde la calidez del servicio se fusiona con una decoración sencilla y acogedora. La terraza, amplia y sombreada, invita a disfrutar de las vistas y de la comida con tranquilidad, debido al escatro tráfico rodado que hay en esa zona. La carta es un homenaje a los sabores tradicionales, reinterpretados con acierto. A destacar la titaina, los croquetones, los gambones al ajillo y el canelón de rabo de toro.
La Pizca de Sal no es un restaurante de lujo ni pretende serlo. Es un lugar donde la cocina de mercado se presenta con honestidad y pasión, donde cada bocado cuenta una historia y cada visita se convierte en un recuerdo entrañable. Una opción ideal para quienes buscan disfrutar de la auténtica gastronomía valenciana actual en un entorno encantador, tranquilo y accesible.

Las bravas siempre dan una primera impresión de lo que va a ser la comida. Sería una buena carta de presentación que sirvieran una pequeña tapa de ellas antes de pedir el resto de platos, para saber de qué va la cosa. Evidentemente estoy de broma, pero los aperitivos que algunos ofrecen al principio estaría bien que salieran con las primeras bebidas. Estoy fantaseando ¿verdad? Bueno estas bravas hicieron justicia a lo que vino después, sirvieron de prólogo para lo siguiente.

Me sorprendió muy gratamente la titaina hecha con tomate, pimiento, piñones y tonyina. Tengo que reconocer que después de la que tomé en El Restaurante El Cabanyal de Maribel Climent, pocas veces la he pedido pues ya ninguna es igual, pero aquí nos arriesgamos y esta estuvo a la altura.

No se puede negar que las gambas al ajillo son una de las tapas valencianas por excelencia, en este caso eran gambones salteados en sartén de hierro fundido con guindillas y ajo. Bien, aunque la guindilla que se ve por ahí resultó escasa o tardía.

Las opciones de las croquetas contemplan las siguientes posibilidades: de pollo de corral con trufa y setas, jamón, rabo de toro, cocido y bacalao. Nosotros escogimos las de jamón y cocido. El rebozado crujiente tipo panko. Sabrosas.

Mientras estábamos mirando la carta empezaron a salir platos de calamares a la romana y pensamos que esa demanda tenía que estar motivada por su calidad y nos apuntamos. Algo de razón tienen los clientes, el rebozado es fino, sin rastros de aceite y el calamar es tierno. Venía acompañado de mayonesa de curry y cúrcuma.

Este es uno de los platos que más me gustó. Los chipirones salteados con ajos tiernos y cous-cous negro. Muy tiernos y sabrosos, con el detalle del couscous impregnado de la tinta. Un plato original y logrado.

Acabamos con unos canelones de rabo de toro estofado en su jugo y aderezados al Pedro Ximénez. Probablemente sea un plato de quinta gama pero está muy conseguido. Me gustó. Ofrecer quinta gama no es ningún delito, solo hay que asegurarse de que es de calidad, en este caso no hay ninguna objeción que poner.

Uno de los postres elegidos fue esta tarta de queso cremosa con toque de gorgonzola y salsa de caramelo salado. Inusual en el formato pero sabrosa y bien acompañada.

El otro postre que tomamos fue la tarta tatín de manzana con helado de caramelo salado. Llegó con un poco de caos en el plato y poca coherencia, pero la manzana y el helado estaban bien.

El primero de los vinos que sirvió fantásticamente para el aperitivo fue este Abadía de San Quirce 2024 de la D.O. Rueda, elaborado exclusivamente con la variedad Verdejo, permaneció durante 3 meses sobre sus lías. En nariz ofrece aromas de hinojo y frutas blancas, junto con un sutil toque mineral. En boca es equilibrado, con buen volumen y marcada acidez. Textura casi sedosa y sabrosa, con un postgusto fresco y ligeramente amargo. Muy refrescante y buena compañía para los calamares a la romana principalmente.

Para los vinos más contundentes nos decantamos por el Carmelo Rodero 2023 con 9 meses de barrica. Perteneciente a la D.O. Ribera del Duero y elaborado exclusivamente con Tinta Fina, es la Tempranillo característica de aquella zona. Los vinos de esta bodega son siempre un acierto, este es un vino que cautiva desde el primer momento, con su vibrante aroma a frutas rojas frescas, típicas del Tempranillo. Al probarlo, se revela su juventud pero con una estructura sólida y un equilibrio que lo hace sumamente agradable al paladar. Su paso por boca es fluido, invitando a seguir disfrutando sin complicaciones y sin pausa. Este fue uno de los elegidos para acompañar la comida que se organizó para celebrar el primer millón de visitas de este blog.
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