Una excelente opción para comer bien y a precios muy ajustados en Benimaclet. Tiene un menú por 25 euros, confeccionado con platos de la carta en su mayoría, que resulta muy satisfactorio. Hace una cocina básicamente mediterránea y de mercado, con algunos toques orientales y de latinoamérica. De momento el horario establecido es de apertura todos los días de la semana, hablamos del año 2025, las cosas pueden cambiar. El cocinero Javier Checa es autodidacta, pero tiene sensibilidad y eso se traslada a lo que prepara en su cocina. Yo elegí unos platos del menú y añadí alguno más de la carta para ampliar mi experiencia, pero te advierto que has de ir dispuesto a comer mucho. De una manera u otra te gustará.

Fuera del menú pedí esta tosta de gamba y mantequilla ahumada. A pesar de la cantidad de mantequilla, como viene rallada, no se hace nada pesada, está muy aireada y es agradable de tomar. 

Este entrante pertenece al menú, viene detallado como "Chuletón de tomate rosa, aguacate, mango y gamba", al que se le han añadido también cebolla encurtida y costrones de pan. Es un trozo de tomate de tres dedos de alto, aunque en la fotografía no se aprecia bien, es muy grande.

Dentro del menú también pude disfrutar de este espectacular  bacalao con su pilpil y pisto "pasao". El pisto lleva ese adjetivo porque lo hacen con el rescoldo de las brasas y se cocina muy lentamente. Es una idea genial y muy resultona.

No puedo dejar de poner esta foto para que disfrutes del aspecto de esas lascas, que salieron al presionar un poco encima del bacalao con el tenedor. Ya sabes, una imagen vale más que...

Este plato era de los extras, no venía incluído en el menú, pero es una de mis debilidades y lo tenía que probar. Es el Steak Tartar de solomillo gallego y foie micuit. Bien sazonado y sabroso, aunque el micuit hubiera preferido que viniese en una pieza, en lugar de rallado.

El postre, incluído en el menú, hay seis para elegir, fue esta extraordinaria tarta "fluida" de chocolate negro que me pareció fantástica.

La carta de vinos no es muy extensa, pero tiene referencias para todos los gustos y muy bien escogidas, aunque predominan las botellas de Rioja y Ribera del Duero. Yo elegí este Abadía Retuerta 2020, envejecido en madera 13 meses en barricas de roble francés y americano. Tan sólo los mejores monovarietales de cada año forman parte del coupage de este tinto, cuya alma tiene sabor a Tempranillo. A esta variedad, autóctona de la zona, se le unen otras uvas como la Cabernet Sauvignon, la Syrah, la Merlot o la Petit Verdot. Su mayor o menor presencia variará dependiendo de la añada. Ofrece una nariz frutal con toques de barrica tostada y frescura. En boca se muestra suave, equilibrado, con una excelente integración de taninos y acidez. Esta bodega no se acogió nunca a la denominación de Origen Ribera del Duero, a pesar de estar ubicada en el corazón de ella. Es un vino sobresaliente por su calidad y equilibrio entre añadas.

Si quieres disfrutar acude a este restaurante, el personal es encantador y la comida está muy bien, más que bien.