Animado por los favorables comentarios de conocidos críticos sobre este restaurante de cocina asiática, “la más auténtica del sudeste asiático en Madrid”, sorprendentemente llevada por dos argentinos, Estanis Carenzo y Pablo Giudice, me desplacé el pasado 24 de junio para conocerlo. Como siempre, cuando tienes unas altas expectativas sobre algo el nivel del listón se resiente.
El local está en la calle Ponzano 85 de Madrid. Teléfono 915 334 154. El estilo es minimalista, líneas rectas y sencillez en todos sus elementos. El tono de la iluminación es cálida, agradable y relajante para el cliente y mejora el aspecto de los platos. La acústica no es muy buena, hay un ligero sonido de fondo que proviene de las conversaciones.
Las mesas son de un tamaño justo y bastante próximas entre sí, aunque no llega a ser agobiante la presencia de los otros comensales. Bien vestidas y con vajilla en la línea del local, sencilla, blanca y a base de cuencos en lugar de platos.
La carta de vinos no es muy extensa. La cocina asiática no admite cualquier clase de vino. Se suele recurrir mucho a comer con cerveza. Una buena solución para esta cocina son los vinos generosos de Andalucía (fino, manzanilla, palo cortado, incluso algún amontillado) De hecho, en la carta del restaurante hay una buena selección de ellos.
Para acompañar el menú degustación se optó por un blanco sobre lías de Guitian. Variedad godello de la DO Valdeorras (Galicia) con una espléndida intensidad aromática y un paso de boca amplio y fresco pero untuoso, gracias al trabajo de las lías.
La mejor forma de acercarse a este tipo de cocina es optando por el menú degustación 38,40 euros, iva incluído.
Para el aperitivo una cerveza kirin, de marca japonesa. Una lager cuya característica principal es que en su elaboración se utiliza el arroz, además del maíz y la cebada malteada.
Sopa fría coreana de pepino para empezar.
Rollitos vietnamitas, se toman enrollados en lechuga, menta y cilantro y se mojan en una salsa ligera de pescado. Nada que ver con los rollitos primavera.
Singapur dumpling. Empanadillas cocidas rellenas de carne de cerdo con salsa de soja.
Empanadillas “Samosa” rellenas de carne, garbanzos y curry, con salsa de tamarindo, comino, cilantro y hierbabuena.
Pedimos que nos sirvieran una salsa picante extra para aderezar algunos de los platos.
En este punto hubo una interrupción importante en el ritmo del servicio, es este un detalle que debería cuidarse mucho más.
Brocheta de pollo, frito con su piel. Venía acompañada de abundante guarnición.
Se acompaña de arroz vietnamita, frito con cerdo, chorizo y verduras.
También venía con pepino con tamari, una salsa parecida a la soja.
Un puré de berenjena asada, tomate y cebolla morada.
Y una salsa de piñones con lima. Todo bastante sabroso para acompañar al pollo.
El curry rojo de carrillada estaba muy conseguido.
De postre un helado de te verde, con una textura parecida a la panna cotta.
También un surtido de chocolates. Con textura y temperaturas variadas.
En conclusión, abundancia de hierbas frescas (sobre todo cilantro) y especias, platos originales condimentados con cuidado, seguramente para adaptarse al paladar europeo, tratando de no abusar del picante, aunque está presente donde debe.
